lunes, 13 de abril de 2009

Tras los documentos y otros materiales de JUAN ACHA


Foto de Sol Henaro en el estudio de M. B.

El fondo reservado Juan Acha
Tomado de: Revista PROCESO
Autor: Blanca González Rosas
Junio 18, 2006

En un salón de la Academia de San Carlos --Centro Histórico de la Ciudad de México-- con clima extremoso y pocas condiciones de higiene, se encuentra, guardado en 258 cajas de cartón colocadas sobre el suelo y en algunos anaqueles, el Fondo Reservado Juan Acha.

Se tratade un acervo documental conformado por aproximadamente 9 mil libros --de estética y sociología, psicología, teoría e historia del arte-- y numerosas cartas, ponencias, catálogos y diapositivas, que el prestigiado teórico de arte acumuló durante los más de 20 años que vivió en nuestro país.
Químico de formación y sociólogo y teórico del arte por convicción y pasión, Juan Acha (Perú, 1916-México, 1995) fue uno de los principales pensadores y protagonistas de la escena mexicana y latinoamericana de las artes visuales durante los años setenta y comienzos de los ochenta. Posteriormente, su lúcida y motivante presencia se mantuvo a través de la crítica y, muy especialmente, a través de la docencia, desde donde detonó estudios e interpretaciones teóricas sobre el sistema artístico en general.

Consciente de la dependencia cultural en la que se desarrollaba el arte latinoamericano, Acha defendió la necesidad de construir un aparato teórico particular el cual, con base en el conocimiento del "instrumental teórico de occidente", permitiera solucionar "las contradicciones internas y el empleo de los procedimientos artísticos" eurocentristas. Visionario y convencido de la igualdad y dignidad que debía alcanzar la creación y el pensamiento latinoamericano en el diálogo con las potencias artísticas, el maestro inició en México un análisis del fenómeno artístico que, con base en una metodología marxista-estructuralista, integró a la teoría, la sociología y la historia del arte en una compleja interpretación que integraba las diferencias: el arte culto, los diseños, las artesanías, la fotografía, la tecnología, la semiótica, la informática, los circuitos de distribución, los consumos y la crítica del arte.

Interesado especialmente en la comprensión de los no-objetualismos, Juan Acha fue pionero tanto en la utilización del término posmodernista como en la asimilación de las estéticas de la recepción que en aquellos años ochenta provenían de la Alemania democrática.

Coordinador del Museo de Arte Moderno de México de 1972 a 1977 y académico de tiempo completo en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (ENAP) de 1976 a 1995, el teórico no sólo logró producir una abundante bibliografía y hemerografía --aproximadamente 22 títulos-- publicada por editoriales nacionales e internacionales, sino también acumular un valioso acervo documental el cual, ahora, parece estar subvaluado por la misma institución en la que enseñó e investigó durante 19 años.

En octubre de 2005, la artista visual Mahia Biblos --compañera y esposa del maestro-- cedió en comodato a la ENAP el Fondo Reservado Juan Acha. Con un acuerdo pactado con la entonces directora Luz del Carmen Vilchis, la institución se comprometió a organizar, preservar, conservar y difundir el Centro Juan Acha de Investigación Sociológica de Arte Latino americano y el Fondo Reservado. Sin embargo, ni con Vilchis ni con el pintor Ignacio Salazar --quien desde mayo es el director de la ENAP-- la institución ha tomado medidas para cumplir con el compromiso asumido. Ubicado en un espacio inapropiado por las condiciones climáticas y la carencia de instalaciones, el acervo se encuentra en las mismas cajas en las que llegó y sólo se ha inventariado y catalogado en 20%. Su difusión es nula y su utilización muy precaria. Una situación lamentable ya que, por su contenido, el acervo podría detonar estudios en un área que hoy en día es esencial para la comprensión del sistema y el devenir de las artes visuales: la teoría del arte.

Ante esta circunstancia, no queda más que cuestionar el precario grado de profesionalismo que rige en todo el sector de las artes visuales, tanto en el académico como en el legislativo, ya que si existiera una ley de archivos o una ley de donaciones, la situación sería muy diferente.

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Nota de Sol Henaro:
Emilio Terazona y Miguel López investigan desde hace tiempo los diversos aportes y resonancias de la obra de Juan Acha.
ver: http://arte-nuevo.blogspot.com


En cuanto a otro archivo que igualmente pasó a manos de la Academia de San Carlos (también durante la "dirección" de Luz del Carmen Vilchis a finales del 2003 inicios del 2004), se encuentra el acervo del artista y docente Melquiades Herrera. Como en el caso de Acha, los materiales siguen sin estar del todo clasificados y disponibles para los interesados.

Habrá que pensar algún tipo de acción, presión para que se "agilice" el proceso y finalmente, puedan volver a activarse ambos archivos.