jueves, 5 de junio de 2008

Empatía con las palabras de Isabel Lorey

¿UNA TRISTE IDENTIFICACIÓN?

Comparto aqui algunos fragmentos que he tomado de un texto de Isabel Lorey, Gubernamentalidad y precarización de sí. Sobre la normalización de los productores y productoras culturales. BRUMARIA 7, en Arte, Máquina, Trabajo inmaterial. Diciembre 2006, Madrid.
Número editado por Marcelo Expósito.

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Algunos de nosotros y de nosotras, productores y productoras culturales, ni siquiera consideramos la idea de un empleo fijo en una institución. Como mucho por unos pocos años, después queremos algo diferente. ¿No ha sido siempre nuestra idea la de no vernos forzados o forzadas a una sola dedicación, a la definición clásica de empleo que ignora tantísimas cosas? ¿No se trataba de no venderse, de no vernos compelidos o compelidas a renunciar a las muchas actividades que tanto nos apetecen? ¿No era tan importante el no adaptarse a las limitaciones de una institución, ahorrar el tiempo y la energía necesarios para los proyectos creativos y quizá políticos que realmente nos interesan? ¿Acaso no aceptamos de buen grado un trabajo más o menos bien pagado que, sin embargo, abandonamos cuando sentimos que ya no nos viene bien? Al menos nos habrá dado un poco de dinero que nos sirva para llevar adelante un próximo proyecto con más sentido, seguramente peor pagado, pero más satisfactorio.

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Es sorprendente que no haya estudios empíricos y sistemáticos sobre esta situación. Sabemos sin embargo que existen una serie de parámetros comunes que caracterizan a los productores y productoras culturales. Se trata de individuos instruidos o muy instruidos, por lo general entre veinticinco y cuarenta años de edad, sin hijos o hijas, en situación de empleo precario de forma más o menos intencionada. Persiguen trabajos temporales, viven sobre proyectos y persiguen tener contratos de trabajo con varios clientes al mismo tiempo o uno tras otro, por lo general sin seguro de enfermedad, vacaciones pagadas ni subsidio de desempleo; sus empleos no les cubren la seguridad social y por tanto no gozan de ninguna o sólo de una mínima protección social. La semana de cuarenta horas de trabajo es una ilusión. El tiempo de trabajo y el tiempo libre no tienen fronteras definidas. El trabajo y el ocio ya no se pueden separar. Invierten el tiempo de trabajo no remunerado en acumular una gran cantidad de saber por el que no se les paga, pero que de forma natural se exige y se utiliza en las situaciones de trabajo remunerado.

[...]

Todo el mundo tiene que seguir “a toda velocidad”; si no lo haces te quedas en la cuneta. No hay tiempos claros para relajarse o recuperarse. Este tipo de reproducción no tiene un lugar determinado, lo cual redunda en el anhelo, imposible de satisfacer, de un lugar estable y, por lo mismo, en el sufrimiento por su carencia. El deseo de relajar el ritmo para “encontrarse” se torna insaciable.

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Ideas para reflexionar y sobre todo, para provocar en uno mismo acción.

Para leer el texto completo on line:

http://brumaria.net/textos/Brumaria7/17isabelllorey.htm

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